Mucha gente odiará el Nuevo Orden Mundial y morirá protestando contra eso. (H.G. Wells 1939)

miércoles, 3 de febrero de 2010

La gente "normal y corriente".

"Como de costumbre, apareció en la pantalla., el rostro de Emmanuel Goldstein, el Enemigo del Pueblo. Del público saltaron aquí y alla fuertes silbidos.La mujeruca del pelo arenoso dió un chillido mezcla de miedo y asco.(1984. George Orwell)"

 A estas alturas muchos sabemos del inmenso poder que posee la televisión para influir en las masas y moldear su pensamiento y su conducta.Y sabemos que ésto lo consigue, cada vez más, no sólo con los informativos sino a través de toda la programación, ya sean series, "realitys shows", concursos, o incluso, salvo raras excepciones, a la hora de seleccionar películas para su emisión, casi todas enalteciendo las costumbres y la cultura norteamericana que, como sabemos, fue la primera que empezó a desintegrarse ante el consumismo, las modas y las técnicas de manipulación de masas. Este proceso es analizado exhaustiva y minuciosamente en una serie de documentales de la cadena británica BBC que consta de cuatro episodios titulada EL SIGLO DEL INDIVIDUALISMO.

 Es innegable que la televisión tiene un gran  poder de seducción, persuasión y manipulación de masas; pero hay un aspecto de ella más poderoso, si cabe, y que a primera vista pudiera pasar desapercibido, y es la capacidad de conseguir todo ésto, sin que aparentemente le estemos prestando al aparato una  atención directa o intencionada. Y como en la actualidad, la televisión, se está convirtiendo en un instrumento casi omnipresente, ya no sólo en los hogares; sino tambien en otros lugares públicos como bares, restaurantes, peluquerías, salas de espera, o incluso en el transporte público (situación ésta última que hace tan sólo unos años nos parecía de ciencia ficción), casi resulta imposible para cualquier mortal librarse de ella por completo.
Sobre estas cuestiones me puse a reflexionar a raíz de un suceso del que fuí testigo.

 Hace unos días, una jóven allegada a mí, a la que aprecio profundamente y a la que conozco desde que nació, me sorprendió con un inquietante comentario, en una de estas ocasiones en las que el televisor está encendido, mientras todos hacemos otras cosas y directamente nadie le presta la más mínima atención.

 Estaban emitiendo las noticias de no recuerdo que cadena (ésto carece de toda relevancia puesto que , excepto en pequeñas noticias locales o disputas politiqueras, salvo en la fisonomía del busto parlante o el logotipo de la cadena cuesta bastante diferenciarlas), cuando salió algo relacionado con Hugo Chávez, como de costumbre, con el tono y el rigor característico que siempre  le infunden a este tipo de noticias los medios españoles. Como distraída, la jóven abandonó por un momento su conversación y exclamó: ¡¿A este tío por que no le matan?!; pero lo dijo sin ninguna pasión ni vehemecia, casi como una broma. Inmediatamente, después volvió a retomar su conversación por donde la había dejado como si nada hubiera ocurrido. En seguida me di cuenta que su acción, obedecía claramente a la típica respuesta ante un reflejo condicionado, y automáticamente acudieron a mi cabeza los experimentos del perro de Pavlov., el personaje de Enmanuel Goldstein y los minutos del odio de "1984", la novela de George Orwell.


 Por supuesto, esta jóven no es una asesina, ni tampoco pertenece a ningún partido político, asociación ni ideología extremista alguna. Pudiéramos decir que es una joven "normal y corriente". Una de tantas y tantos jóvenes de hoy, cuyas preocupaciones principales por el momento, consisten a grandes rasgos, en disponer de un empleo, aunque sea precario, que les permita salir los fines de semana, comprarse ropa y videojuegos, y descargarse los últimos politonos para su flamante teléfono movil de última generación .

  El resto del mundo y sus problemas les tienen sin cuidado mientras les queden lejanos, y aparentemente no tengan nada que ver con su modo de vida. Esta jóven, estoy convencido de que, como muchos otros, no tiene la menor idea de quien gobierna en Méjico, Argentina o incluso en el vecino Portugal, ni tampoco creo que conozca o haya oído hablar de  Henry Kissinger o David Rockefeller, por poner sólo algunos ejemplos, a mi juicio estos dos últimos, infinitamente más peligrosos para la humanidad que Hugo Chávez. Pero sabe perfectamente quien es Chavez y quien es Obama. Y sabe, o cree saber quienes son los buenos y quienes son los malos de este mundo, tal y como le enseñan todos los días en las películas  hollywoodenses, no sólo en las salas de cine, sino también y repetidas hasta la saciedad, en todas las cadenas de televisión. Ésa es la labor de la omnipresente televisión, la que prácticamente a críado y educado, si podemos llamarlo así, a su generación.

 Lo  más  preocupante  de esta situación , es que pienso, que no se debe a  un hecho aislado, y que no sólo ocurre entre los jóvenes. Éste y otros sucesos similares se repiten todos los días, no sólo en España, sino en muchos otros paises incluido Venezuela,  y me temo que allá donde haya un grupo de gente "normal y corriente", ya sea reunida en una cafetería, comiendo en un restaurante o haciendo cualquier otra cosa en cualquier otra lugar donde haya un televisor encendido, de repente alguien en algún rincón, hará un paréntesis en su existencia para exclamar algo así como: ¡¿Y a ese tío por que no le matan?!

 Sucede todos los días en cualquier lugar del mundo. La gente "normal y corriente" no sabe de muchas cosas, ni tiene ningún interés en aprenderlas. Suelen estar muy ocupados con sus propios problemas, problemas que alguien en algún lugar se encarga  de que vayan creciendo exponencialmente a un ritmo vertiginoso; o suelen estar muy entretenidos con sus cada vez más insulsas distracciones, que también son eficazmente elegidas y proporcionadas por la misma fuente. Pero esta misma gente, a la vez, parece tener muy claro donde están los malos y donde están los buenos, donde están los dictadores y donde los demócratas y, lo más peligroso e inquietante: a quien se debe matar y a quien perdonar la vida, aunque no tengan ni la menor idea de por qué. En el caso de esa casi unánime animadversión hacia Chávez, si les preguntas a cerca de ello, te contestarán sin más argumentos y mirándote con extrañeza como si vinieras de otro mundo, que es un dictador o sencillamente que les cae mal, porque es lo que escuchan o leen todos los días, y lo que digieren sumisos sin formularse ante ello ni una sóla pregunta.

 Las personas "normales y corrientes" son ante todo víctimas.Víctimas de una minoría de otras personas que tienen el poder y poseen todos los mecanismos económicos, tecnológicos, científicos y mediáticos necesarios para mantenerlas ignorantes y pasivas ante los acontecimientos y los conocimientos realmente importantes. Esta minoría tiene el enorme poder y la habilidad para conducir en todo momento su comportamiento, sus pensamientos y hasta sus sentimientos, de la manera que resulte más acorde a sus mezquinos y egoístas intereses. Estas personas son víctimas de un vaciamiento y aniquilamiento premeditadadamente calculado y progresivo de sus mentes, llevado a cabo para arrebatarles todos su derechos y libertades, sin que se aperciban de ello, para esclavizarlas cada día un poco más y para  mantenerlas asustadas y aturdidas. Mientras, se les muestra a todo color, un mundo falso ante sus ojos diseñado concienzuda y meticulosamente, y plagado de espejismos y fuegos de artificio, al que sucumben autocomplacientes, y se limitan sólo a contemplar embobados e inertes. Estas personas, lo crean o no, no son ya  dueños de sus propias vidas, ni de sus propios sueños, ni tan siquiera de su voluntad, que está siendo teledirigida a distancia y las hace cada vez más iguales, más uniformes, como si hubieran sido manufacturadas en serie en una gran fábrica, para ser utilizadas como fuente de energía con el único fin, del vil enriquecimiento de unos pocos.

 Pero estas personas no son del todo inocentes. Al mismo tiempo también son sus propios verdugos. Ellas son las que matan y las que mueren en las guerras, las que golpean y las que son golpeadas en las manifestaciones, las que despiden y las que son despedidas en los empleos, las que se atiborran de comida basura y las que tienen poco o nada que llevarse a la boca, las que mienten cuando se lo ordenan sus amos y las que se creen esas mentiras sin cuestionarlas, las que se dejan sobornar por elaborar leyes injustas y las que obedecen esas leyes resignadas y sin rechistar.

 Estas personas somos todos, y todos tenemos no sólo el derecho, sino también el inaplazable y urgente  DEBER de hacernos responsables y tomar las riendas de nuestras propias vidas de una vez y para siempre, sin tener que pedir constantemente permiso hasta para respirar.Y debemos hacerlo pronto. Si no, todos seremos culpables de dejar que el mundo se convierta en lo que ya se ve venir hace ya tiempo por el horizonte: Un gran tablero de ajedrez perverso y depravado, en el que solamente unos pocos se creen con el derecho, y se otorgan el inhumano privilegio de jugar la partida y de utilizarnos a todos los demás como sus simples fichas. Si dejamos que ésto suceda no habrá ya nunca mas sueños, y el futuro de todos nosotros y de los que vengan después ya nunca más será en color, sino sólo en blanco y negro.


Video que analiza pormenorizadamente como se lleva a cabo la manipulación mediática sobre Venezuela por los grandes medios en su propio país y en el extranjero.


Este otro video sirve para entender el proceso que se está llevando a cabo en Venezuela, y como responde más a un proceso social sin precedentes que a uno político personalizado interesadamente por los medios masivos en la persona de Hugo Chávez.
http://video.google.es/videoplay?docid=-6906568683329004156&ei=01quSZzTFI2grwL9nYndDg&q=venezuela+lucha&hl=es#

Y este, producido por un norteamericano, es el que a mí personalmente me despejó todas las dudas.Deja claro, además de la verdadera realidad de Venezuela, los verdaderos intereses de los  EE..UU en toda latinoamerica y en el resto del mundo, y debo confesar que hizo saltar mis lagrimas de rabia, de impotencia y de odio hacia mi mismo por haberme dejado engañar durante tanto tiempo; pero al mismo tiempo también de alegría porque me hizo confíar de nuevo en el ser humano, cosa que asumía desde hace tiempo como un imposible.

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