Hay una información que fluye constantemente del aparato de televisión; es un bombardeo de palabras e imágenes. La velocidad a la que esta información es comunicada facilita que la señal tome el control, haciendo que el cerebro del espectador pase a stand-by a medida que la información es absorbida sin análisis o cuestionamiento alguno. Hoy día, la continua señal de televisión moldea las conclusiones de la masa y produce la norma colectiva. Prescribe lo que es noticia y lo que es verdad por medio de las palabras de los llamados “expertos” y autoridades, castrando las conciencias y pensamiento independiente de aquellos sometidos a ella. Por medio de la televisión se puede hacer que la masa acepte las monstruosas distorsiones de la realidad. La señal es un constante y frío viento de opresión sobre las mente colectiva. Controla la gestión de la sociedad y la cultura, creando uniformidad en todos los temas.
El combustible para este vehículo de engaño masivo es una técnica conocida como gestión de la percepción, donde se utiliza una serie de técnicas psicológicas para alterar la verdad, llevando al espectador a la conclusión deseada. Algunos llaman a ésto “spin” o propaganda, otros lo conocen como “mentir”. Según Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler, “Si dices una gran mentira y la repites continuamente, la gente al final acabará creyéndola... así, se convierte de vital importancia para el Estado utilizar todos sus poderes para reprimir a la disidencia, pues la verdad es el enemigo mortal de la mentira, y así por extensión, la verdad es el mayor enemigo del Estado”. La mayor parte de lo que puede verse en lo noticiarios de la noche no son más que anuncios que no venden más que una falsa realidad y mentiras gubernamentales que solamente beneficia a aquellos que tienen el control. La televisión es el dictador de la información; los periódicos y la radio son la campaña de rumores del mensaje televisivo.
Se espera que los americanos sigan la doctrina de la televisión. Se comunica sutilmente que uno debería estar dentro del colectivo y nunca cuestionar el mensaje, pues hacerlo puede ser considerado una agresión a la cultura. El mensaje es, “se un buen consumidor; obedece siempre a la autoridad; no sabes nada; escucha solo a los expertos; estate contento y nunca plantees o expreses nuevas ideas”. Esta señal es transmitida a millones de pantallas, adoctrinando a las mentes inconscientes de aquellos que eligen ésta como su única realidad. La autocensura es algo que ocurre cuando estos individuos pasan a estar tan profundamente adoctrinados que sienten tanto miedo de discutir cualquier información fuera del paradigma de la cultura creada por la televisión; vigilarán estrechamente sus pensamientos para asegurar que no estarán en conflicto con esta cultura.
Lamentablemente, la realidad de mucha gente hoy en día no permite que ninguna información externa pueda ser procesada, en su lugar se desecha tachándola de conspiración o burda mentira. Nuestra conciencia ha sido tan destruida que la ficción se ha convertido en realidad. Un completo estilo de vida de comidas envenenadas, fármacos y agua fluorada se aceptan como saludables al precio de nuestra salud y bienestar.
Aquellos del establishment están utilizando la increíble y poderosa arma de la psicología colectiva como método de control de la mentes de la masa y alterando el comportamiento de los individuos. Edward Bernays, pionero en el campo de las relaciones públicas del siglo 20, aplicaba las teorías del psicoanálisis de Sigmund Freud para manipular a la masa fraguando el consentimiento. Según Bernays, “si entendemos el mecanismo y los motivos de la mente del grupo, es posible controlar y regir a la masa a nuestra voluntad sin que se de cuenta”. Los anunciantes y psicólogos de la industria creadora de la cultura del millón de dólares fabrican tendencias a través de la proliferación de inseguridades y manipulando deseos y emociones. Estos conceptos también se emplean para controlar lo que los individuos piensan sobre política, así como las posibilidades y limitaciones dentro de la sociedad. Los que ostentan el poder en los medios de comunicación de masas idean sus planes para cada generación, ya que los individuos adoptan formas específicas de pensar y nunca sospechan que los eventos más importantes y tendencias de su vida fueron planeados por una élite antes de que nacieran. En nuestra sociedad actual, la cultura es creada de arriba hacia abajo.
Virtualmente todas las formas de cultura son creadas por la clase gobernante para construir una falsa sensación de realidad, para asegurar un conformismo social y para controlar el curso futuro de la evolución cultural. La programación predictiva es una herramienta utilizada por el establishment para aclimatar al público a las nuevas ideas, tendencias, creencias y amenazas. Se usa a través de la televisión por medio de la inclusión de ciertas situaciones o ideas en los guiones de muchos shows ficticios, familiarizando al espectador con estos conceptos sin importar lo que pueda estar viendo. Cuando se producen situaciones similares o ideas parecidas circulan por el mundo, pensamos que estas cosas son bastante naturales, pues se nos ha hecho familiarizar con ellas a través de la TV sin darnos cuenta. Casi viendo cualquier programa popular de la televisión uno puede ver la misma propaganda que será emitida en los noticiarios de la noche. Una amplia gama de temas de propaganda ha sido entrelazada con una gran número de programas televisivos. Entre unos pocos de estos temas se incluyen el Calentamiento Global, vacunas, tortura, terrorismo, seguridad nacional, militarización de los cuerpos policiales y la degradación de la unidad familiar. Por medio de la programación predictiva, la televisión moldea la cultura y evita que los individuos hagan preguntas.
Se crean crisis a diario y se difunden por las ondas para mantener a los individuos en un estado de pánico y temor. Tanto si es la amenaza de una pandemia como si lo es la del terrorismo, el constante estado de crisis ha creado un tipo enfermedad mental al estar siendo aclimatados lentamente dentro de una era de crisis. Utilizando una dialéctica Hegeliana, la televisión promueve el problema, guía nuestra reacción y presenta su solución. Se proclamó el problema del terrorismo, provocó una fuerte respuesta emocional y se declaró que nuestros derechos debían ser sacrificados para protegernos de la amenaza. Hemos perdido nuestra soberanía personal con el pretexto del terrorismo; se nos detiene y se nos registra; se nos vigila con cámaras en nuestras vidas y se nos alienta para que espiemos a nuestros vecinos. Hemos sido entrenados para aceptar la vida de un prisionero.
América está en un estado de despotismo ilustrado donde la mayoría de los individuos viven solo para satisfacer deseos internos egoístas y permanecer ignorantes del estado del mundo que les rodea. En la mayoría de los lugares públicos uno puede encontrar una televisión que retransmite propaganda continuamente, asegurándose de que las masas permanecen concentradas en asuntos triviales. Desde que nacemos tomamos el mundo como nos es presentado en la televisión. No lo cuestionamos y cualquier critica seria de ésta se está haciendo psicológicamente imposible en la sociedad. ¿Quién sospecharía que nace en un mundo donde todo lo que le rodea es una continua mentira? La juventud de hoy día está convencida de que los expertos y personalidades de la TV son autoridades con información creíble, mientras que sus padres y generaciones más veteranas son tontos con ideas pasadas. Los niños están condicionados para que desconecten de lo que es verdaderamente importante para su bienestar y en su lugar se centren en trivialidades sin sentido, deportes, chismorreos de personajes famosos y compren una serie de artículos materiales. Emplean su capacidad psicológica en personajes fantásticos de televisión, mientras ignoran o incluso desprecian a individuos que contribuyen a mejorar la humanidad. Son desalentados para que no se impliquen en sus comunidades locales y a menudo para que carezcan de la capacidad de pensar independientemente o para resistirse a la corrupción. Mientras las mentes de los niños son moldeadas por la televisión, no hay más que un pequeño murmullo por parte del público.
Durante más de medio siglo, nuestra sociedad ha vivido bajo esta señal de programación y condicionamiento mental. El mensaje es claro: no seas un líder, no te veas metido en pensamientos críticos y no te preocupes por la gente en tu vida. Hasta que los individuos no se den cuenta de la guerra de la información actual, nuestro estándar de vida y nuestras libertades continuarán degradándose y continuaremos perdiendo comunidades y relaciones valiosas entre las gentes. Actualmente, están surgiendo focos de resistencia por todas partes a medida que algunos desconectan la señal y retoman el control de sus propios pensamientos. Individuos informados están cancelando sus suscripciones a la TV por cable y satélite y en su lugar están pasando más tiempo con sus familias y niños, a la vez que participan en experiencias valiosas. Están buscando fuentes de información alternativas. Leen sobre aquellos que ejercen una influencia increíble sobre la cultura como Edward Bernay, Zbigniew Brzezinski, Charles Galton Darwin, Platón, Bertrand Russell y Aldous Huxley. Sin embargo, educar a las masas es una batalla continua, pues la televisión continúa siendo nuestra mayor amenaza para la soberanía individual y el mayor obstáculo para hacerse un individuo verdaderamente informado. Afortunadamente, desconectar de la señal es fácil.
La TV simplemente se puede apagar. Al hacerlo, te puedes dar cuenta que casi nuestro mundo entero es un total engaño; cosas que fueron conocidas como ciertas ahora son falsas. Hemos sido entrenados como perros para que seamos obedientes a nuestra televisión; nuestro amo ha tenido nuestras mentes atadas con una correa estrecha. No nos olvidemos nunca de que la verdad no será televisada.
En griego antiguo el verbo “lanthano” significa ocultar, pero si le anteponemos el prefijo “a”, estaremos indicando lo contrario, que sería “desocultar” , “revelar” o "desenmascarar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario